Instalación realizada en 2000 para el proyecto COMA.
Catorce bastidores móviles de madera y papel desplazables a voluntad por el espectador.
«…una de las piezas de Fernando Baena, Mailing list song, vendría a ser una especie de llamamiento para que los iniciados se introduzcan en el laboratorio en el que se están produciendo los cambios, según la primera vía, o el tránsito hacia la desaparición, según la segunda. En cualquier caso, el altavoz que recita el listado de los invitados leído por un ordenador está indicando tanto un estado de la situación artística presente, como una consecuencia. Presentada por primera en la galería Valle Quintana de Madrid, su readaptación a Copenhague, quizás por el silencio general, resignificaba un llamamiento seguramente más estremecedor y conminatorio. De algún modo, se podría señalar, estamos casi ante un imperativo (como lo es también la conjugación CoMa, del verbo comer).
Imperativo también es Move, relacionado con Desaprovechamiento, presentado en la Zona de Acción Temporal, de Madrid, en 1998. Esta obra, compuesta por mamparas con ruedas, permite al espectador (conmina, deberíamos decir) deshacer lo realizado por el autor. Realmente, lo que el artista hace es un juego perverso, puesto que para romper el imperativo es necesario cumplirlo. De este modo se alcanzan, al menos, dos posibilidades que el arte actual permite a quien esté dispuesto a entrar en él. Por un lado, cierta sensación de proximidad al inducir a la acción y, por otra, una lógica frustración puesto que, al fin y al cabo, no dejamos de realizar lo que el hacedor quiere. Como en todo juego, pues, hay unas reglas tramposas. En cualquier caso, la traslación al sistema social contemporáneo parece evidente, puesto que creo que estamos ante obras críticas social y artísticamente, conscientes, además, de sus propias contradicciones y problemas, aunque revestidas de una aparente racionalidad que, a través de una ironía fría y perversa, es cuestionada. El sistema en el que nos encontramos nos invita a actuar, pero a la vez nos escamotea toda posibilidad de cambio asociado a tal acto.
Por otra parte, 609 metros de cuerda deshecha a mano nos introduce en lo que es otra de las preocupaciones básicas del autor, más autorreferencial en cuanto trata del papel y hacer del artista tradicional. Como queda claramente explícito en el texto que forma parte de la obra o en el mismo título, esta pieza ha sido realizada a mano. Pero aquí no hay sublimación de tal hecho, sino una posible sensación de inutilidad por el excesivo trabajo que ha conllevado. A la vez, el resultado visual está cercano al también tradicional asociado a lo bello. No se puede ocultar que las paredes o suelos cubiertos por este etéreo material resultante producen una abstracta y evanescente sensación. Pero no nos dejemos engañar por las apariencias, o mejor aún, entremos en ellas para así poder aceptar que deshacer una cuerda (algo que está ahí para dejar las cosas atadas, un imperativo, una obligación, otra vez), puede parecer una acción inútil, pero quizás también necesaria.
Que un laberinto no tenga salida es romper las reglas del juego. Todo laberinto, por definición, debería tenerla. Más fácil o más complicada, pero con solución. La pieza elaborada por Baena es, por tanto, contradictoria en varios niveles. Por un lado puede producir, como todo laberinto, desorientación, pero ésta es mitigada por el material con el cual está realizada, una red, que permite la visión parcial de lo que hay más allá. Por otro, al no tener salida, está incumpliendo su propio título. La intención con la que ha sido realizada es tramposa, al igual que la anteriormente señalada Move. Sin embargo, creo que Laberinto es más optimista al permitir (obligar, de nuevo, más bien) la acción. No es tan difícil salir de él, puesto que su casi inmaterialidad permite que podamos mover (ladear o levantar) sus paredes para así poder superarlo. Estamos, pues, casi ante un incordio que, en palabras de su autor, «exige del espectador una solución como la del nudo gordiano si quiere continuar con la visita». Hay aquí cierto conductismo frente a una supuesta (no por el autor) clausura del espacio de representación y que es más una clausura del espacio de exposición. Al menos, aquí se señalizan ciertos peligros.»
de En Proceso, Juan Antonio Álvarez Reyes