

Intervención, 2013.
El pasaje de Fuencarral 77 es un lugar un tanto inhóspito. A lo largo de su historia ha tenido una escasa capacidad para generar vivencias y experiencias simbólicas que condujeran a una mayor apropiación por las personas del entorno. Algo influirá en este fracaso su arquitectura, su uso, o desuso, cotidiano y la política de su propietario, la Tesorería General de la Seguridad Social. En el contexto de la exposición Espacio e identidad, que se desarrolla en este espacio y está patrocinada por la Embajada de Alemania en Madrid, mi intervención es una muestra hiperrealista de actividad económica sumergida. Lo que se ve es lo que hay, y la figura del artista que tiene que vender parte de sus posesiones como ayuda para la subsistencia no es tan rara en estos tiempos de crisis económica. Quizás esos libros ya no le sirven al artista para entender el presente. Y quizás, al desprenderse de su colección lo hace también, como de una piel, de parte de su memoria, de su identidad y de sus aspiraciones. Otros, más prácticos, se enriquecen especulando y defraudando.