Instalación realizada en 2000 en la Galería Valle Quintana, Madrid.
La fabricación de un espacio a partir de otro preexistente implica la modificación de los límites del cuerpo que lo ocupa o recinto que lo encierra, ya sea por incorporación de nuevos espacios, ya por segregación de parte del original, ya por la utilización conjunta de ambos medios. Mientras que en los espacios fabricados por incorporación el espacio originario desaparece subsumido en la nueva unidad, en los fabricados por segregación uno de los espacios deviene residuo y contexto del otro.
La segregación actúa en el interior del espacio originario mediante la adición de un nuevo límite. La longitud y forma de éste, y el lugar exacto donde sus extremos confluyen con los antiguos límites, deciden las dimensiones del espacio creado. Inmediatamente quedan marcadas la forma y dimensiones del espacio residual, que renace como complementario. Para especificar el rol de ambos espacios puede bastar con nombrar uno de ellos, por ejemplo, aludiendo a su volumen.
Para medir el volumen de un espacio construido basado en planos de perímetro complicado, se parte de la forma y dimensiones de un bloque simple de referencia a cuyo volumen se suman o restan los de los espacios cóncavos y/o convexos que diverjan de dicho bloque. Si éstos fueran aún complicados, repetiríamos la operación hasta conseguir sólidos de fórmula conocida. Cuando la construcción del sólido y sus superficies fuera ortogonal, bastaría con sumar el volumen de los diferentes prismas rectos que componen el espacio.
Cuando el polígono recto que forma la base es irregular, ésta se calcula reduciendo el número de sus lados hasta conseguir un triángulo equivalente. Para ello se segrega un triángulo uniendo dos de los vértices del polígono mediante una recta y se traza una línea paralela a la anterior que pase por el ángulo opuesto del triángulo segregado. El punto de corte de esta paralela con la prolongación de uno cualquiera de los dos lados del polígono que forman ángulo con los del triángulo será el nuevo vértice del nuevo polígono cuyo nuevo lado hará vértice con el lado no prolongado. Estas operaciones se repiten hasta conseguir el triángulo final, cuya fórmula, bxh/2, es fácil de resolver.
El espacio a fabricar queda nombrado cuando, tras las operaciones de cálculo pertinentes, damos el número correspondiente a su volumen. Un cierto error es inevitable.